El Plan Diocesano de Evangelización nace a partir de una idea del Cardenal-Arzobispo de Madrid monseñor D. Carlos Osoro, quien siguiendo las indicaciones del Papa Francisco según las ideas de la Encíclica Evangelii Gaudium, “toma el pulso”, por así decir, a las Vicarías de la Diócesis de Madrid (I a Vlll) en relación a la situación existente en los católicos y no católicos en los momentos actuales en su vida de fe, estudiando cómo se vive, cómo se practica, cómo vive el pueblo en un momento en que la trasmisión de la fe de padres a hijos o se ha perdido, o está en trance de desaparecer.
Y en este contexto, “con todos y para todos”, intentamos ir haciendo un camino en donde no hay nada concreto a realizar, sino que nos ponemos a andar hasta llegar, como Abrahán, a una Tierra Prometida, de la que no sabemos muy bien el camino, que no sabemos dónde está ni cuánto falta para llegar, a la vez que tenemos la certeza, eso sí, de que Dios nos acompaña, y no dejará que nuestro pie tropiece en una piedra que, si nos hace caer, nos permitirá de nuevo seguir andando.
Este peregrinar, dura tres años 2016, 2017 y 2018. Y ¿cómo se articula? Se presentan unos cuadernillos con dos partes bien diferenciadas: una primera parte con un tema de tipo Evangélico, que se medita y se debate en grupos, y una segunda parte donde se reparten unas preguntas a contestar, con posibles soluciones a los temas planteados desde el punto de vista de los participantes.
La primera parte enriquece mucho al grupo, pues, basándose en el sistema de la Lectio Divina, analizamos, a la luz de la fe, lo que el Señor nos inspira en el relato que se trate. Al participar todos, la Gracia se reparte de forma sobreabundante.
La segunda parte, más técnica, es para meditar y expresar los retos que podemos alcanzar, las metas que hemos de conseguir, en orden a la Evangelización, cara al exterior.
¿Cómo se comienza? La Parroquia, a través del Párroco, propone en una reunión aclaratoria en qué consiste el Plan y qué objetivos persigue. Las personas que estén dispuestas se apuntan, y, en función del número de ellas, se hacen grupos de trabajo. Se ha estimado que cada grupo debe tener un número aproximado de quince personas. De esta forma, habrá parroquias que tengan uno o más grupos. Y de cada grupo, nuevamente el párroco propone a determinadas personas ya conocidas por determinadas cualidades, y una de ellas llamada “animador”, actúa como portavoz del grupo. Las cualidades del animador no son excepcionales, basta con que sea una persona católica, practicante, que no tenga dificultades de dicción, con facilidad de comunicación, y determinadas dotes de mando. El resto cualidades las pone el Señor.
Más información, en la web de la Vicaría de Episcopal de evangelización, y en el cuadernillo informativo.